domingo, 1 de mayo de 2011

EL DERECHO DEL NIÑO SORDO A CRECER BILINGÜE


EL DERECHO DEL NIÑO SORDO A CRECER BILINGÜE

François Grosjean
Universidad de Neuchâtel – Suiza

Todo niño sordo, cualquiera que sea el nivel de su perdida auditiva, debe tener derecho a crecer bilingüe. Conociendo y usando la lengua de signos y la lengua oral (en su modalidad escrita y, cuando sea posible, en su modalidad hablada) el niño alcanzará un completo desarrollo de sus capacidades cognitivas, lingüísticas y sociales.

¿Qué necesita hacer el niño sordo con el lenguaje?

A través del lenguaje el niño sordo debe cumplir una serie de tareas:

1. Comunicar con sus padres y familiares tan pronto como sea posible. Un niño oyente normalmente adquiere la lengua en los primeros años de vida si está expuesto a ella y puede percibirla. El uso de la lengua es un medio importante para establecer y solidificar los vínculos sociales y personales entre el niño y sus padres. Lo que es una realidad para el niño oyente debe serlo también para el niño sordo. El niño sordo debe ser capaz de comunicar con sus padres a través de una lengua natural, tan pronto y tan integralmente como sea posible. A través del lenguaje tiene lugar gran parte del establecimiento de vínculos afectivos entre el niño y sus padres.

2. Desarrollar sus capacidades cognitivas durante la infancia. A través de la lengua el niño desarrolla sus capacidades cognitivas, capacidades de importancia crítica para su desarrollo. Entre estas capacidades nos encontramos con distintos tipos de razonamiento, pensamiento abstracto, memorización, etc. La ausencia total de una lengua, la adopción de una
lengua no natural o el uso de una lengua que es pobremente percibida o conocida puede tener consecuencias negativas importantes en el desarrollo cognitivo del niño.

3. Adquirir conocimientos sobre el mundo. El niño adquirirá conocimientos sobre la realidad exterior principalmente a través del uso de la lengua. Comunicándose con sus padres, familiares y otros niños o adultos el niño intercambiará y procesará información sobre el mundo que le rodea.

Estos conocimientos servirán como base para las actividades que tendrán lugar en la escuela y facilitarán la comprensión de la lengua. No hay una verdadera comprensión de la lengua sin el apoyo de dichos conocimientos.

4. Comunicar integralmente con el mundo circundante. El niño sordo, como el niño oyente, debe ser capaz de comunicar de modo integral con todas aquellas personas que forman parte de su vida (padres, hermanos, grupo de pares, profesores, adultos, etc.). La comunicación debe proporcionar una cierta cantidad de información en una lengua apropiada para el interlocutor y adecuada al contexto. En algunos casos será la lengua de signos, en otros será la lengua oral (en alguna de sus modalidades) y en otros lo serán ambas lenguas alternativamente.

5. Pertenecer culturalmente a dos mundos. A través del uso de la lengua el niño sordo deberá convertirse progresivamente en miembro del mundo oyente y del mundo sordo. Deberá identificarse, al menos en parte, con el mundo oyente que es casi siempre el mundo de sus padres y familiares (el 90% de los niños sordos tiene padres oyentes). Pero el niño también deberá entrar en contacto, tan pronto como sea posible, con el mundo de las personas sordas, su otro mundo. El niño debe sentirse cómodo en ambos mundos y debe ser capaz de identificarse con cada uno de ellos en la medida de lo posible.

El bilingüismo es el único modo de satisfacer estas necesidades.

El bilingüismo es el conocimiento y uso regular de dos o más lenguas. Un bilingüismo lengua oral / lengua de signos es la única vía a través de la cuál el niño sordo podrá satisfacer sus necesidades, es decir, comunicar desde una edad temprana con sus padres, desarrollar sus capacidades cognitivas, adquirir conocimientos sobre la realidad externa, comunicarse plenamente con el mundo circundante y convertirse en un miembro del mundo sordo y del mundo oyente.

¿Qué tipo de bilingüismo?

El bilingüismo del niño sordo implica la lengua de signos, usada por la comunidad sorda, y la lengua oral usada por la mayoría oyente. Esta última se adquiere en su modalidad escrita y, cuando es posible, en su modalidad hablada. En cada niño las dos lenguas jugarán papeles diferentes: en algunos niños predominará la lengua de signos, en otros predominará la lengua oral y en otros habrá un cierto equilibrio entre ambas lenguas. Además, debido a los diferentes niveles de sordera posibles y a la compleja situación de contacto entre ambas lenguas (cuatro modalidades lingüísticas, dos sistemas de producción y dos de recepción, etc), podemos encontrarnos con diferentes tipos de bilingüismo, es decir, la mayoría de los niños sordos adquirirá niveles distintos de bilingüismo y de “biculturalismo2”. En este sentido no se diferenciarán de la mitad de la población mundial, aproximadamente, que convive con dos o más lenguas (se estima que actualmente en el mundo hay
tantas personas - si no más - bilingües como monolingües). Como otros niños bilingües, los niños sordos usarán ambas lenguas en sus vidas cotidianas como miembros integrantes de dos mundos, en este caso, el mundo oyente y el mundo sordo.

¿Cuál es el papel de la lengua de signos?

La lengua de signos debe ser la primera lengua (o una de las primeras) adquirida por los niños con una pérdida auditiva severa. La lengua de signos es una lengua natural, plenamente desarrollada, que asegura una comunicación completa e integral. A diferencia de la lengua oral, la lengua de signos permite a los niños sordos y a sus padres comunicar plenamente desde edades tempranas, si ambos la adquieren rápidamente. La lengua de signos juega un papel importante en el desarrollo cognitivo y social del niño y permite la adquisición de conocimientos sobre el mundo circundante.
Permitirá al niño el desarrollo de su identificación cultural con el mundo sordo (uno de los dos mundos a los que el niño pertenece) tan pronto como inicie el contacto con dicho mundo. Además, la lengua de signos facilitará la adquisición de la lengua oral, ya sea en la modalidad escrita o en la modalidad hablada. Es sobradamente conocido que una primera lengua adquirida con normalidad, se trate ya de una lengua oral ya de una lengua de signos, estimulará en gran medida la adquisición de una segunda lengua. Finalmente, el hecho de ser capaz de utilizar la lengua de signos será una garantía de que el niño maneja al menos una lengua. A pesar de los considerables esfuerzos llevados a cabo por parte de los niños sordos y de los profesionales que les rodean y a pesar del
uso de ayudas tecnológicas, el hecho es que muchos niños sordos tienen grandes dificultades para percibir y producir una lengua oral en su modalidad hablada. Esperar varios años para lograr un nivel satisfactorio que puede no llegar a alcanzarse y negar durante ese tiempo el acceso del niño sordo a
una lengua que satisfaga sus necesidades (la lengua de signos) es prácticamente aceptar el riesgo de un retraso en su desarrollo, lingüístico, cognitivo, social o personal.

Ser “bicultural” significa identificarse culturalmente con dos comunidades lingüísticas.

¿Cuál es el papel de la lengua oral?

Ser bilingüe significa saber y utilizar dos o más lenguas. La segunda lengua de los niños sordos será la lengua oral, usada por la comunidad oyente a la que también pertenecen. Esta lengua, en su modalidad hablada y/o escrita, es la lengua de sus padres, hermanos, parientes, futuros amigos, empleados, etc. Cuando aquellos que interactúan con el niño sordo no conocen la lengua de signos, es importante que la comunicación tenga lugar pero esto sólo podrá suceder a través de la lengua oral. También la lengua oral, principalmente en su modalidad escrita, será un medio importante de adquisición de conocimientos. Gran cantidad de lo que aprendemos se trasmite a través de la
escritura, tanto en casa como en la escuela. Además, el éxito académico del niño sordo y sus futuros logros profesionales dependerán en gran medida de un buen manejo de la lengua oral en su modalidad escrita y, cuando sea posible, en la modalidad hablada.

Conclusiones

Es nuestro deber permitir al niño sordo la adquisición de dos lenguas, la lengua de signos de la comunidad sorda (como primera lengua si su pérdida auditiva es severa) y la lengua oral de la mayoría oyente. Para ello, el niño debe tener contacto con las dos comunidades lingüisticas y debe sentir la necesidad de aprender y usar ambas lenguas. Contar exclusivamente con una lengua, la
lengua oral, debido a los recientes avances tecnológicos es apostar con el futuro del niño sordo. Es arriesgar su desarrollo cognitivo y personal y negarle la posibilidad de identificarse culturalmente con los dos mundos a los que pertenece.

Tener contacto desde una edad temprana con dos lenguas ofrecerá al niño muchos más recursos que tenerlo con una sola lengua, cualquiera que sea su futuro y cualquiera que sea el mundo en el que elegirá vivir (en ocasiones sólo uno de ellos). Nadie se arrepiente de saber varias lenguas pero sí lo hace de no saber demasiadas, sobre todo si el propio desarrollo está en juego. El niño sordo debería tener derecho a crecer bilingüe y es nuestra responsabilidad ayudarle en ello.

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